“El cebo del surf es la falta de dominio, el marco no se controla, el escenario nunca se repite. Es el Océano y tienes que estar preparada para que no te sorprenda. Tú no mandas sobre la naturaleza”.- Leticia Canales
Hoy en día es cada vez más difícil conectar con la naturaleza. Con la contaminación y la ocupadísima vida de la ciudad, con el deporte de gimnasio en pleno auge, el surf resiste como actividad física y estilo de vida. Quizá precisamente por permitir sentir esa conexión con el mar y la desconexión con las urbes. Aunque esta parte bohemia no ha de restarle competitividad a una disciplina deportiva que va in crescendo, hasta llegar a ser olímpica en Tokio.
El surf impregna toda la vida en
Sopelana. Nada más entrar en la
pequeña localidad vizcaína nos damos cuenta de ello. A medida que
avanzamos hacia el mar vemos plazas de aparcamiento reservadas para escuelas de
surf, caravanas de toda Europa aparcadas
con trajes de neopreno colgados a secar y gente cargando con sus tablas, yendo y
viniendo de la playa. Ya en las bellas playas de Arrietara-Atxabiribil no hay
lugar para lxs bañistas. Surfistas intentando coger las olas ocupan todo el
espacio. En este contexto, no debe ser fácil resistirse a probarlo.
Leticia Canales Bilbao nació en 1995 en Bilbao, precisamente. Aunque creció
en Sopelana. Con cuatro años empezó su interés por el surf. Su padre lo
practicaba de vez en cuando y su hermana mayor mucho más. Jugando, ella y
Loiola, su hermana gemela, quitaban la tabla a la mayor e intentaban ponerse de
pie sobre las olas. A los ocho años, Leticia y Loiola participaron en un evento
con surfistas profesionales de todo el mundo, y quedaron definitivamente
prendadas de este deporte. Comenzaron a entrenar y a competir “Soy Leticia
Canales. Tengo 10 años. Vivo en Sopelana. Mi sueño es ser surfista
profesional”. A los 11 años Leticia participaba en su primer Campeonato del
Mundo Sub18 en Portugal. A los 14 ya competía en Vizcaya, en el País Vasco y a
nivel nacional e internacional. A esa edad dejó el hockey hierba, deporte en el
que también competía. Indudablemente el mar se había convertido en su pasión
"Nos pasábamos todos los veranos en la playa, de 8 de la mañana a 10 de la
noche. Nadie me obligó a entrar en el mar. Salió de mí".
A Leticia le resulta mágico el surf por ser un deporte que le permite un
contacto directo con la naturaleza “Al
principio está esa incertidumbre de saber cómo será, en cuanto te levantas ya
sabes si has escogido una buena ola o no. Y cuando empiezas a hacer las maniobras,
la adrenalina se dispara”. Con 16 años, Canales se clasificó para el Mundial
Sub21.
Empezó la carrera de INEF, y la va sacando poco a poco, ya que prioriza el
poder hacer del surf su profesión “Toda mi vida he estado vinculada al deporte,
por lo tanto, no me veo ni me imagino sin él. Para ser una surfista del montón,
me tiro de cabeza a los estudios. Pero no me quiero tirar toda la vida pensando
qué hubiera pasado si...”
Considera que vivir del surf es complicado, ya que se ven obligadxs a
depender de patrocinadores para poder ir a los campeonatos, porque eso implica
viajar por todo el mundo, y que se den bien las competiciones "Cuando eres
una niña piensas que todo va a ir bien, que todo va a ser fácil. En los medios
de comunicación se idealiza un poco la vida del deportista, no se ve la parte
mala. Es un 'all-in' todo el rato". Poco a poco va consiguiendo más
patrocinadores y está avalada por el equipo multidisciplinar Basque Country
"Tengo un presupuesto para hacer la mitad de las pruebas del circuito
mundial. No es por nivel. Es porque no me da el dinero". Leticia cree que
en España hay mucho talento, pero que sus deportistas han llegado
donde están, más por el apoyo de sus familias que por la importancia que
se le da al surf a nivel nacional “Mi padre pidió un crédito por mi sueño. Me
dijo: 'Leti, estás sacando resultados, te estoy viendo entrenar y la pasión que
tienes, ¿cómo no voy a hacer esto por una hija?'".
Por no hablar de las lesiones. Tiene que entrenar duramente 365 días al
año, unas ocho horas diarias “Aunque los
inviernos sean duros, haya olas enanas, el viento vaya en mala dirección o
tengas un mal día. Siempre… Si me va bien, con los resultados que hago, puedo
seguir. Si me lesiono o no salen los resultados en un deporte tan complicado
como el surf, donde dependes de que te llegue la ola…”. Después de cada lesión
seria que ha sufrido, ha conseguido salir con energías renovadas, haciendo gala
de su fuerza y competitividad, llegando
a manifestar en alguna ocasión que ese parón forzoso le había venido bien para
valorar otros aspectos importantes de la vida y no tirar la toalla “Dudar me
parecía una falta de respeto a mí misma y a tantos años de duro trabajo”.
Además de ser ocho veces campeona de España de surf, Leticia quedó la número 25 en la competición individual del Mundial de Tahara en 2018 y primera por equipos “No empezamos bien y cogí la mochila de la responsabilidad. Sabía que en diez minutos debía coger tres buenas olas y esa presión me vino estupendamente para coger las mejores. Fue increíble la sensación de ganar a potencias y de surfear de tú a tú contra grandes deportistas. Hicimos Historia para el surf español”. En el mundial de 2019 terminó la 15. En 2020 obtuvo un meritorio tercer puesto en el Sydney Pro, el mejor resultado de la historia del surf femenino español. Siguió mejorando sus números hasta lograr en 2021 ser campeona de Europa.
Respecto al machismo en su deporte comenta que no se sintió nunca
cohibida por tener que competir contra chicos, a veces ganaba contra ellos,
otras perdía, y casi siempre quedaba segunda. Sin embargo, reconoce que sufrió
acoso por su complexión física y que incluso a día de hoy lo sigue sufriendo.
La han llegado a criticar por practicar un surf bastante agresivo -le dicen que
surfea como un chico- "Pero yo surfeo como una chica fuerte".
Manifiesta que el surf femenino ha dado un gran salto, las chicas pueden competir
en los mismos circuitos que los chicos.
En cuanto al debate abierto sobre el surf como deporte o estilo de vida,
Canales considera que han de
complementarse “Es un deporte, tiene su Federación, sus campeonatos, su
estrategia, su juego. Ahora mismo se está profesionalizando la forma de
entrenar, siendo mucho más eficiente que años atrás. Por otro lado, entiendo y
comparto la otra postura más recreativa, donde el disfrute y la pura vida es el
centro”. Para desconectar del mar, hace escalada, skate, monta a caballo, en
kayac y toca el ukelele. También pasa tiempo con su familia. Su hermana Loiola
practica free surf, y aunque compiten por todo, Leticia considera que “Es
amiga, hermana, psicóloga y la que me pone los pies en la tierra. No es una
groupie, vamos”.
Canales destaca por su competitividad, por ejecutar unas potentes maniobras sobre
la tabla y por su estilo elegante, que la han convertido en una de las
referentes del surf, a nivel nacional y europeo. A pesar de haber pasado el
coronavirus y de no poderse clasificar para las Olimpiadas de Tokio de este año,
está con más ganas de mejorar que nunca. Se encuentra en plena búsqueda de
nuevas olas que surfear y de seguir compitiendo por sus sueños. Esperamos verla
en las Olimpiadas de París 2024. “El día
de mañana cuando me retire, no voy a dejar de surfear nunca. Va a ser otro
estilo de vida. Menos estrés y más disfrute”.
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