“Es apasionante conocer el mar y poder utilizar sus bellezas y recursos. Necesitamos más personal entrenado y una mayor conciencia social sobre nuestro deber de cuidar con la misma pasión la región terrestre y la marina”.- Idelisa Bonnelly
Nos suenan muchxs cantantes, futbolistas o artistas latinoamericanxs, pero casi no oímos hablar de gente dedicada a la Ciencia allí. Mientras la Universidad de Harvard tiene más del 3%, apenas hay un 0,60% de científicxs influyentes en el mundo en toda América Latina. Si de ese tanto por ciento desgajamos a las mujeres, la cantidad que nos queda es más que insignificante. Según la UNESCO, la Ciencia y la Igualdad de género son fundamentales para el desarrollo sostenible. Aún así, como en casi todos los lugares del mundo, las latinoamericanas siguen encontrando, e incluso más, obstáculos para desarrollar trabajos Científicos, por lo que las que lo consiguen tienen un mérito enorme.
Idelisa Bonnelly nació en 1931 en Santiago de los Caballeros, pueblo
situado en el centro de la República Dominicana. Se crió cerca de Santo
Domingo. Sus padres fueron un ingeniero y una madre que siempre apoyó a sus hijas para
que estudiaran lo que quisieran. Desde bien pequeña Idelisa salía a pasear con ella cerca del mar “A ella le
servía de ejercicio, para mí era la oportunidad de sentir la inmensidad del Mar
Caribe, escuchar el rumor continuo de las olas y el estallido de espumas
blancas en el acantilado; un espectáculo hermoso, sobrecogedor y misterioso que
todavía disfruto después de largos años pasados”. Le gustaba recoger cangrejos,
almejas y caracoles. Poco a poco se
empezó a preguntar de dónde venían, cómo respiraban, cómo se alimentaban… Para
responder a todas esas preguntas Idelisa sintió la necesidad de estudiar Ciencias del Mar “Fue
un factor muy decisivo el apoyo de los profesores, que desde la infancia me
orientaron en mis propias habilidades, para poder seguir y recorrer el camino
que me llenaba de satisfacción”.
Cuando Bonnelly acabó la Enseñanza Secundaria, en Santo Domingo no había
ninguna Facultad de Ciencias ni se podía estudiar Biología en ningún sitio. A
pesar de ello se las arregló para contactar con un médico, José de Jesús
Jiménez, y con un cura, Julio Cicero, dedicados principalmente al estudio de
las plantas y animales terrestres “Eran excelentes naturalistas e hicieron una
gran obra, sin recursos. Solo por la
pasión de conocer la naturaleza dominicana”. También estuvo en el Laboratorio
Nacional, dedicado a realizar análisis químicos y microbiológicos para uso
humano. Allí aprendió a investigar y a realizar técnicas que luego utilizaría
en sus estudios de especies marinas.
Con ese aprendizaje partió a los EEUU y se graduó con las mejores notas de la clase en Tecnología Médica, en el Westchester Community College . Era la única latina del colegio. Continuó sus estudios de Biología en la Universidad de Columbia y después haría el postgrado en la de Nueva York “Como era natural, estudiaba y trabajaba para pagarme mi formación”. Trabajó con el Dr. Ross Nigrelli y la Dra. Sophie Jakowska, eminentes científicxs marinxs que dirigían un laboratorio de investigación en el Acuario de Nueva York “Fue allí donde recibí el mejor y más diverso entrenamiento posible”. Poco después, con su apoyo, Idelisa realizó sus propias investigaciones dentro del Acuario y serían publicadas en revistas científicas. Este éxito no fue impedimento para que en lugar de continuar su carrera en EEUU decidiera volver a su país y llevar allí las ciencias del mar. Esto sucedió en los 60, después de la caída del general Trujillo y de la Revolución de abril.
Tanto República Dominicana como su Universidad vivían "Una década de cambios desde una visión democrática, crítica e inclusiva, lo cual facilitó la creación y el desarrollo de instituciones científicas”. Bonnelly empezó a reunir especies marinas, a preservarlas e identificarlas, manteniéndolas vivas en pequeños acuarios, que poco a poco se convertirían en el embrión de trabajos posteriores más ambiciosos, a los que se iban uniendo profesionales de otras ramas hasta formar un equipo técnico, que ya publicaba los resultados de sus investigaciones. En 1966, considerando que era imprescindible contar con personal especializado, promovieron el primer programa de Licenciatura de Biología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Idelisa intentaba incentivar a jóvenes profesionales de farmacia y tecnología médica, especialmente a las chicas, a descubrir su campo, donde la investigación era fundamental. Fue profesora e investigadora durante veinticinco años. Basaba sus enseñanzas en la estabilidad ecológica de las poblaciones marinas, en la conservación. También fue directora del actual Centro de Investigaciones de Biología Marina (CIBIMA), que, a día de hoy, sigue contribuyendo muy eficazmente al desarrollo de las ciencias marinas del país.Por otro lado, impulsó la Fundación Dominicana de Estudios Marinos, desde
donde llevó a cabo trabajos para fortalecer el sistema Nacional de Áreas Protegidas. Para la conservación de especies en peligro de extinción, como las ballenas
jorobadas, creó el primer santuario en el Atlántico Norte “Fue
necesario desarrollar una amplia campaña de concienciación, utilizando todos los medios a nuestro
alcance. Siempre en estrecha colaboración con los expertos en ballenas, tanto
locales como extranjeros”.
Bonnelly señala que docencia y conservación son dos conceptos que deben mantenerse
unidos para avanzar “Me siento optimista y veo con enorme satisfacción como
cada vez son más las mujeres profesionales que optan por el área de las
Ciencias”. Los retos a los que se enfrenta la conservación marina en el Caribe
son los vertidos al mar y el cambio climático, que están modificando el equilibrio
de las temperaturas del Planeta, y por ende, de los océanos. Esto afecta a las
rutas migratorias de los animales, a la temporada de las tormentas y a la
disponibilidad de alimentos. “Más de un 70 % de la población del Caribe vive en
zonas costeras, lo que implicaría un ordenamiento que no siempre se observa.
Por tanto hay que aumentar las inversiones en educación para formar no solo profesionales,
sino ciudadanxs conscientes de que nuestros mares y océanos son parte de
nuestro mundo”.
Idelisa se casó y tuvo dos hijos. Cuenta que su familia le ha apoyado
siempre “Aún sin comprender del todo mis preocupaciones por proteger cangrejos,
peces, erizos etc.” A destacar que ha ganado numerosos premios, solo algunos de ellos son: En 1995 el
Programa de la ONU para el Medio Ambiente le concedió el premio Global 500 por haber ayudado a crear
el santuario de ballenas jorobadas del Banco de la Plata. En 2009 recibió la Medalla Marie Curie de la UNESCO. En 2010 el Distinguised Service Award in Biology, Sociedad de Conservación Biológica,
Victoria, Canadá y la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella
en 2011. Además, la BBC se ha referido a ella como una de las científicas más
relevantes de América Latina. La Autoridad Nacional de Asuntos Marinos (ANAMAR) de República Dominicana le ha puesto su nombre al estrecho marino que recorren las ballenas al llegar a
aguas dominicanas, en un mapa Topobatimétrico con las áreas protegidas del
país.
Feliz a sus 90 años por haber dedicado su vida a lo que le gusta, sigue
siendo una acérrima defensora de la biodiversidad marina, que ha convertido en
retos los obstáculos que se ha encontrado a lo largo de su carrera por ser mujer. Considerada la madre de la
conservación marina en el Caribe, comenta que le encanta que “Me digan a esta
hora de mi vida, después de más de cincuenta años de trabajo, ‘Hola, profe’. Es
para mí un aliciente y el estímulo más grande que pueda sentir”.
Buen trabajo.
ResponderEliminarEn un país con tanta costa debería haber muchxs más estudiosxs que se dedicaran a investigar todo lo relacionado con el mar.