“Creo que la inversión en la agricultura africana, la inversión en investigación africana es en realidad una inversión para la humanidad en su conjunto”
Normalmente no nos planteamos las diferencias económicas, culturales y sociales entre Occidente y el resto del mundo. La conocida como sociedad del bienestar no nos lo permite. Esa aparente comodidad hace que no seamos capaces de valorar las facilidades que tenemos simplemente para cosas tan básicas como conseguir comida o agua. Por suerte, de vez en cuando aparecen personas brillantes y agradecidas que nos recuerdan esas desigualdades, mientras dedican su tiempo y motivación a mejorar la situación, siempre respetando la cultura y el medio ambiente.
Segenet Kelemu nació en Finote Selam (Etiopía) en 1956 en una familia pobre. Es una de una de esas aldeas en las que las mujeres y lxs niñxs se encargan del trabajo en el campo: recoger las cosechas, llevarlas al mercado, etc “Crecí en una pequeña aldea donde la agricultura era muy importante y yo estaba muy familiarizada con ella. En mi pueblo caminaba descalza, iba a buscar el agua y la madera y trabajaba en los campos”. Segenet se define a sí misma como una niña muy transgresora “Las niñas de mi edad se casaban a una edad muy temprana. Afortunadamente fui muy rebelde para que alguien pudiera organizar un matrimonio para mí. Estaba realmente decidida a ir a la Universidad”.
Cuando era adolescente, una plaga de langostas asoló las cosechas, lo que marcó un antes y un después en los intereses de Kelemu “Yo estudiaba y mis padres querían que fuera médica pero me daba miedo la sangre, no me podía dedicar a eso”. Así que decidió estudiar Botánica para ayudar a que esa devastación no volviera a ocurrir. Se convirtió en la primera mujer en entrar en la Universidad de Adís Abeba, que en aquel momento era el único centro de Educación Superior del País, a pesar de que “Mi padre me dijo: No necesitas un título universitario para ser agricultora”.
Tras obtener la licenciatura en Botánica en 1979 , gracias a una beca pudo ir a Estados Unidos a estudiar el Máster de Patología y Genética de Plantas en la Universidad Estatal de Montana. Al acabar decidió realizar el doctorado en Biología molecular y Fitopatología en la Universidad Estatal de Kansas, para continuar después con un postdoc en la Universidad de Cornell. Así, finalizó su formación académica en 1992.
Ese mismo año, para empezar a aplicar sus investigaciones fue a trabajar a Colombia como científica principal en el Centro Internacional de
Agricultura Tropical (CIAT) de Cali “Conocía lo duro que era trabajar en el
campo y quería cambiarlo”. Pero tuvo un punto de inflexión en 2006, cuando el
Gobierno de China la condecoró con una medalla por su contribución al
desarrollo “Estaba en la ceremonia y pensaba: 'aquí estoy, una investigadora
africana que ayuda a China y no a África”. Tras esa reflexión comunicó a su
familia el deseo de volver a su continente natal. Se mudaron un año después “Estaba
feliz en Colombia, pero me dije: ‘¿Qué has hecho tú para esas personas como tus
padres, que iban descalzas y compraron los lápices para ti?’"
Y en 2007, tras 25 años en el extranjero, volvió a África para trabajar como Directora del Centro de Biociencias de África Oriental y Central en el Instituto Internacional de
Investigaciones Pecuarias (International Livestock Research Institute, ILRI) en Nairobi y
fue Vicepresidenta de la Alianza para una Revolución Verde en África (Alliance
for a Green Revolution in Africa, AGRA), la ONG financiada por la famosas Fundaciones Bill y Melinda Gates y Rockefeller. Sus trabajos
inicialmente se centraron en volver a introducir el género de la hierba
Brachiaria en el continente del que es originaria, África, con la intención de
conseguir cultivos más productivos y resistentes a plagas y sequías
“Estoy tratando de mejorar las variedades de hierba, de modo que produzcan más
alimento para los animales y que estos den más leche y carne. Mi idea es crear
una planta muy saludable que no se vea afectada por enfermedades o plagas y que
pueda crecer todo el año, producir mucho más para que lxs campesinxs puedan
alimentar a sus familias y tener un medioambiente saludable”. Segenet conoció
este género de hierba en Colombia y sintió que era su responsabilidad
devolverla a África “En Latinoamérica hay ahora millones de hectáreas de esta
planta, donde se cultiva porque es un alimento de muy alta calidad para los
animales. Además, tiene un sistema de raíces muy extenso que enriquece el
suelo, previene la erosión, puede crecer en zonas húmedas o secas, y ahora
sabemos que también tiene la habilidad de reducir la emisión de gases de efecto
invernadero”. El grupo de Kelemu descubrió que los hongos simbióticos de esta
hierba le confieren resistencia frente a enfermedades, lo que
permitiría modificar genéticamente las bacterias y los hongos para conseguir
que la planta tenga otras propiedades. Además, podría también introducirse en
otros cultivos “Si conseguimos que se extienda su uso yo sería muy feliz, por
el problema de la alimentación. El
ganado tiene una importancia extraordinaria por su valor social para los
nómadas, especialmente en Etiopía. El problema es que la productividad es muy
baja por el forraje que comen, es realmente difícil encontrar alimento para los
animales y esta hierba traería la solución”.
Actualmente dirige el Centro Internacional de Fisiología y Ecología
de los Insectos (International Center for Insect Physiology and Ecology, ICIPE)
en Nairobi. "Con una población creciente que alimentar y un cambio climático
rápido, nuestra forma actual de
agricultura y la producción de alimentos ya no son sostenibles". Por
ello, Kalemu utiliza los insectos como respuesta a la demanda global de proteínas “Hoy en día hay alrededor de un millón de especies de insectos
definidas en el planeta y todavía estamos descubriendo nuevas. De ellos solo
alrededor de 5000 son dañinos porque transmiten enfermedades o atacan cultivos.
La mayoría son realmente beneficiosos para el ecosistema”. Además, comenta que
para producir un kilo de carne de vaca se necesitan 25 Kg de pienso y una
enorme cantidad de agua. Un kilo de grillos necesita de 2,2 Kg de pienso y muy
poca agua. El 70% del coste del ganado son las proteínas que come: soja, pienso
a base de pescado, que además compiten con la comida humana.
En el ICIPE han descubierto cómo criar langostas, grillos o saltamontes. Además “Se sabe que los insectos son ricos en proteínas, fibra, minerales y
antioxidantes”. Respecto a la hipocresía de la actitud de
Occidente piensa “En Occidente hay un rechazo a comer un grillo. Pero tener
harina de grillo en una galleta es mucho más aceptable. Se estima que 2.000 millones
de personas consumen insectos en África, Asia y América Latina”. No obstante y aunque muy lentamente, según se van
incrementando las alternativas a la
carne, los insectos van llegando a los supermercados de EEUU y Europa.
Hoy, Segenet está muy feliz de su contribución al pueblo africano. Considera que Etiopía hizo de ella lo que es ahora. Allí aprendió a trabajar duro, a ser humilde y a vivir sencillamente “Esto me da la oportunidad de devolver a la sociedad lo que me dio. Estoy segura de que mi padre estaría muy orgulloso. Me diría: ¡al final no está mal ese título universitario tuyo para ser agricultora!”.
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