“Ser actriz, si se te da bien, tampoco es para tanto. Siempre he sido muy cotilla con la gente, me gusta observar y escuchar. No es tan complicado, si eres capaz de fingir o de jugar. Una de las cosas mágicas del cine es que todo es mentira, pero luego todo es verdad”- Carmen Maura.
De familia bien, estaba predestinada a ser ama de casa y madre y a atender una galería de arte para entretenerse. Le gustaba el mundo de la interpretación pero nunca tuvo formación ni aspiraciones de triunfar en cine o teatro, y cuando era joven nada hacía presagiar que se convertiría en una de las mejores actrices de nuestro país. Pero tuvo habilidad y talento para eludir el destino que la vida le tenía preparado y se convirtió en una mujer al borde de un ataque de nervios, en Tina, en Pepi, en Eugenia Grandet, en Bruja de Zurragamundi etc, etc. Ha trabajado con los mejores directores y su labor ha sido laureada con los más altos premios del cine. Una pena que para ello haya tenido que pagar un alto precio personal.
Carmen García Maura nació en septiembre de 1945 en Madrid, en el barrio de Chamberí. Descendiente del político conservador Antonio Maura, es
hija de un oftalmólogo y de una noble. Además, cuando era niña sus vecinxs eran
actores, escritorxs y dramaturgxs “Me siento muy orgullosa de ser de Madrid.
Cuando yo era pequeña pasaban los burros con el carbón. Es increíble cómo ha
cambiado”. Le gustaba su barrio “Antes caminaba tres horas y lo pasaba
fenomenal. Me encantaba ir por las calles mirando, hablando con la gente”. Fue
feliz en su infancia y ya actuaba en las funciones de la iglesia porque
en el colegio se lo prohibieron sus padres “Era una enana, con siete años, y
cobrábamos una peseta a lxs padres. La función la escribía yo, la dirigía y
normalmente tenía un papel secundario. No me daba el de protagonista”. Durante un
tiempo se echó un noviete que dirigía teatro. Se graduó en Letras Francesas por
el Instituto Católico de París con sede en Madrid, lo que le permitió estudiar
Filosofía y Literatura en la Escuela nacional superior de Bellas Artes de
París.
Después se casó con un abogado y militar, tuvo dos hijxs y una
galería de arte “Como no he hecho cursos de interpretación ni nada, lo que sé
de actriz lo he aprendido de la gente”. Había hcho teatro en la Universidad, donde
todo el mundo le aconsejaba que se dedicara a ello profesionalmente. Su marido no compartía esta opinión. Así que
un buen día Carmen vio un anuncio del Ateneo de Madrid para semiprofesionales,
se presentó a la prueba y la cogieron “En el taxi de vuelta a casa decidí que
iba a intentar ser actriz”. Cuando se lo dijo a su marido, éste montó en cólera y le soltó todo tipo de barbaridades, que era muy vieja,
que no se lo iba a consentir y otras perlitas. Lejos de amedrentarla, este
episodio avivó aún más su interés por aceptar
el papel “Ahí empezaron los doce años que si los hubiera visto en película, no
sé si habría sido actriz”. Tuvo una separación traumática por la que le
quitaron la custodia de sus hijxs y estuvo más de doce años sin verlxs.
Trabajaba en cafés y teatros, realizaba también algunos papeles en televisión y
se apuntaba a todas las giras teatrales en las que la cogían. Su gran
oportunidad llegaría cuando tenía 24 años, con un papel protagonista en
Hay una luz sobre la cama, obra de
teatro dirigida por José Tamayo. A partir de ahí vinieron El asesino está entre los trece de Javier
Aguirre, Un casto varón español de Jaime de Armiñán, La petición de Pilar Miró,
etc. El primer papel protagonista le llegó en 1977 con Tigres de Papel, dirigida por
Fernando Colomo. Fue durante ese rodaje cuando conoció a Pedro
Almodóvar. Sería el inicio de una de las relaciones profesionales más
fructíferas de nuestro cine. Comenta Carmen que Pedro era muy mal actor, y él
dirá que Carmen lo descubrió como director. El trato sería el
siguiente: Pedro dirige y Carmen actúa. Primero cortos, y después el primer
largometraje del oscarizado director: Pepi, Luci, Bom y otras chicas del
montón. Fue un éxito porque encajó perfectamente con la ideología de la movida
madrileña, y de hecho se bautizó a Carmen
como reina de la movida “Yo no tenía
nada que ver con ellxs, yo era mucho mayor, les llevaba por lo menos cinco años
a todxs, había tenido ya unos problemas familiares de la hostia, tenía dos
niñxs, una separación a cuestas. Mi vida personal era supercomplicada cuando
empezó aquello”.
Inteligente, astuta, su éxito la llevó a trabajar en un programa de TV
de entrevistas llamado Esta noche, con
el que logró aún más popularidad. No rechazaba ningún papel, pero se podría
decir que la mayoría eran cómicos con tintes dramáticos “Nunca he estado en
paro, también porque no soy exquisita. Hay mucha gente que no hace según qué
cosas”. Y siempre que él se lo proponía actuó con Almodóvar. Juntxs rodaron Entre tinieblas,
¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Matador, La Ley del deseo, en la que interpreta
a Tina, una transexual que daría voz a este colectivo en un momento en el que lxs trans eran vistxs como personas enfermas “De todos los personajes que he hecho en mi
vida, el de Tina es uno de los que más me ha gustado hacer”. Ojalá lo
hubiera podido hacer una mujer trans, pero eran otros tiempos. Con Mujeres al
borde de un ataque de nervios, director y actriz dieron el salto internacional:
Carmen ganó el Goya y el Félix, y el film fue nominado a mejor película de
habla no inglesa en los Oscars. Pero Maura también ha trabajado con otrxs
directorxs, en películas de la talla de Sé infiel y no mires con quién de Fernando
Trueba, ¡Ay, Carmela! de Carlos Saura, con la que volvió a ser muy
premiada, o Gary Cooper que estás en los cielos con Pilar Miró “Siempre he
hecho la película que quería hacer el director, aunque a veces no estuviera de
acuerdo”. Además empezó a trabajar en películas francesas donde ganó un premio
César por Las chicas de la sexta planta. En 1988 y 1990 fue la actriz más
galardonada por la Academia de Cine Europeo, honor que comparte con Juliette
Binoche, entre otras. También trabajó en Italia, Inglaterra, Estados Unidos, Chile y
Argentina, aunque Carmen siempre prefería trabajar en España. Ganó su tercer
Goya con La Comunidad de Álex de la Iglesia en el 2000, así como la Concha de
Plata en San Sebastián entre muchos más premios.
Es una actriz muy metódica y trabajadora “Suelo venir con dos horas o así de antelación, a veces un poquito menos. Ahora he estado haciendo una serie y me tenía que levantar muchos días a las cuatro de la mañana. Eso es horrible. Lo llevo fatal”. También está muy agradecida a sus seguidorxs “Me han contado infinidad de historias, he recibido cartas de gente que gracias a la obra ha tenido conversaciones que nunca había tenido”. Pese a todo no le gusta la fama “A lo de ser famosa no le veo ninguna gracia. Lo de ganar pelas, vale, pero no significa impepinablemente que te vayas a hacer rica dedicándote a esto”. Y lo sabe muy bien, ya que una de sus parejas, aprovechándose de su confianza, se llevó varios millones de pesetas de ella y tuvo que remontar sola.
Respecto a realizar otros roles dentro del mundo del espectáculo “Me gusta escribir. Cuando estuve de presentadora de televisión, me ofrecieron
escribir pero en plan de tener un negro, y empecé a ver que ese mundo era
bastante repugnantillo. Solo pensar que tengo que promocionar el libro ya te
digo que no... Como cuando me dicen de dirigir, pues lo mismo. Si dirigiera sería
insoportable, a mí me viene un actor con las prisas o que no se puede motivar y
lo mato”. A veces ha estado envuelta en polémicas “Yo siempre digo las cosas con sentido del
humor, pero luego todo el mundo se ofende”.
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